30 de març, 2010

Leyendas y lecturas (Juan Luís Panero)



En 1916 en su Nicaragua natal, destruido por el alcohol y deprimido por el desastre que se había desencadenado en su querida Europa, murió Rubén Darío, el gran precursor de la literatura moderna en América y España.



27 de març, 2010

Narrativas. Mi madre (Víctor López)


Cuando  mi madre salió a la calle para lentamente y llena de pensamientos regresar a su casa sintió como si al cerrar la puerta cerrase un poco por detrás de sus caborias una importante sino la más parte de su vida. Pudiera ocurrir por un tal vez equivocado y sin suerte, que es el pan que comemos día sí y día también, la clase de gente baja, los sinclase que la vida no perdone y que siempre, tarde o temprano nos pase la factura por nuestro actos.

* * *

Victoriano, inquieto y sin saber qué hacer se dedicó a revisar lo que llevaba en una pequeña bolsa que le había dado su madre. Había un poco de comida, una bufanda y unas alpargatas Al coger la bufanda notó que pesaba más de la cuenta y al desplegarla descubrió una pistola con su correspondiente caja de municiones. Esto tenía que ser obra de su hermano. Era el único que tenía acceso a estas armas. Sin saber porqué se sintió un poco más tranquilo. Volvió a guardar todo y se tumbó en el catre a esperar un no sé qué. Una salvación.







25 de març, 2010

El sur (Víctor López)


Las hablas cuerdas del occidental norte dicen que por el sur no corre el tiempo ni el trabajo. El sur es un no, una negación porque ¿qué se puede hacer y esperar de y por un tiempo de cal por el que no pasa nada.? El sur si existiera sería la plenitud de una sonrisa por la superación de la doble moral nórdica de producción industrial y sanitaria sin magia que tanto molesta.
Habría de ser el sur la luz, de un blanco verano de sabiduría sin muebles viejos y barrocos ni nubes, que procurara la felicida a los ancianos. Pero el sur no se llega a arrimar a la ancianidad, ni a las viejas dulletas de ranas rojas que pintan con diafonía sus trinos de algodón y lloro.
El sur no existe para los que se mueven en él. Entre sus calendarios malcontados. Los infelices deben emigrar del sur porque por una solapada razón, no escrita pero con silencio sabida por la voz popular se debe escapar de lo que no existe, de lo que no está ni es. Del desierto de la desaparición. De lo que no es nada porque al contrario que para los místicos poetas vestidos con filosofía teologal de ropa antigua, de pesado lino por el sol y las abstinencias de lluvias, para los pobres vivientes en él, en el sur, el sur sólo son lloros de melenas morenas ensortijadas en la infelicidad.
Quizá el sur es de palabras más limpias y rojas que el norte pero ¿qué son las palabras y los chascarrillos muertos sin sal y vacíos? El sur es mejor que el norte pero no existe.

23 de març, 2010

Escapes de cuartillas (Víctor López)


 Más cuartillas sin fecha para empapelar su soleado corazón, tan pobre que ni lo puede regalar y sólo le dan los fantasmas que se encuentran en el arte habitantes vestidos de metáforas. Estas letritas con porqués que salen de su sin futuro. Estas penalidades que pasa por no poder hacer bien ni mal las “cosas”, “acciones”, “abrocharse los zapatos” sentirse próximo a los que no tienen brazos. Un funambulismo costoso sumergirse en este mar sin manos, el mar de no poder hacer las cosas, no trabajar, sólo pensar leer, no poder escribir por no tener a nadie a quien dictar  v .

                      Este es el siglo de la autosuficiencia del paquete de la globalización, del no tachar lo pensado, de la sabiduría de un siglo que no recuerda que tras una cura y una cuna triste puede haber un día feliz, tras un católico una mentira y tras una imagen una madera. Yo que no soy autosuficiente he encontrado una persona que ha dado un hachazo en la raíz de mi separación, sabe por una paciencia labrada en el corazón  que mi separación ha sido por el orgullo de no ser una carga para mi familia      

                      Sí, le he dado vueltas y finalmente creo que sí que mi separación ha sido el negro orgullo que me envuelve. Las ganas de beber rencor y las ganas de echar en cara versos no escritos, Por eso me culpabilizo de todo. No ha sido mi separación el coche. Un coche, que nunca quiso Elena llevar aún teniendo carnet, es sólo un instrumento. No, no ha sido por los instrumentos por lo que me he separado. Quizá han sido los conceptos y el tabaco que nunca he podido abandonar.
                     
No puedo beber los vericuetos de la enormidad. Somos muy pequeños los seres humanos. Estamos construidos con una humilde crueldad que todo lo come. ¿Qué es el todo? El todo son los pecados capitales de la Biblia, es el arte, es la llorona medicina es la enorme escapada de Nietzsche. Esta gula alejada del maravilloso vuelo de la bondad, de la ignorancia pequeña que nos hace animales y felices, nos rescata y nos mata con inteligentes técnicas que se creen personas. Los técnicos no saben jugar a cartas y yo aún deseo acercarme a jugar a cartas mínimas y fáciles, a hacer cerco a mi interior. Me doy cuenta de que no puedo alcanzar la enormidad de la sabiduría. Es tan enorme el caos que ahora vivo que no lo puedo odontologizar, me desborda.

                                                            Se me está construyendo en mi interior de desonocimiento e ignorancia, a más leo más ignorante soy, una obra tan extensa y tan egocéntrica que no sé cómo parar aunque cada día que escriba rompa más hojas de las que escribo. Una obra que no lleva ramos interiores. Ramos que la conduzcan. Una ficción de tantas que conozco que la supuren. Una obra a la que le faltan anillos de mentira. Sé que existe el espíritu del arte aunque no lo sepa cosificar, hacerlo cosa, darle un definitivo nombre, decir dónde está y cómo se encuentra, saludarlo. Aforismizarlo. Sé que ese espíritu es ficción  y literatura y mentira y misterio. Es la queja del mudo, del por qué. ¿Porqué y para qué escribir?. Esa queja no la sé solidificar en mis escritos.

                                                            A veces pienso que me he despedido del mundo y que me he aislado en la vitrina modernista para alcanzar el viaje a ese porqué escribir que constantemente me acusa de un oragutanismo egocentrista. Necesito como el pan que bebo escuchar sonatas que me libren de esta constante perversión de querer entender el mundo. Que me libren de la queja, de estas quejas pestañas que tengo por ojos. Sí, creo que escribimos para quejarnos de esta maldita vida que arrastramos por senderos que desconocemos  y sólos. A este sendero que desconocía le he llamado Elena. No puedo balbucear, aprender a escribir siempre con la camisa de la felicidad y el hilo de Aridna. Pero no sé escribir con músculos, no sé encontrarlos porque no sé dónde reside el misticismo de unas obras de de espíritu tan práctico como la catedrales góticas. Claro que me gustaría hacer “cosa” de la muerte. Todas las que he conocido y me han afectado. Con bonitas palabras en Unos cuentos de nada y en Testamento de amor. Hacer a la muerte una princesa llevadera, fácilmente transportable y legible pero es un dolor tan enorme y eterno escribir y es un río tan diario la muerte y tan difícil de crucificar que me cuesta que se vean las caras la muerte y la escritura. Me debo despedir del mundo.
                                                            Esta tarde de otoño (   ) me he escuchado empequeñecida en una cinta mi gravísima voz. Me ha dado tanto asco.  Si escucho mi voz en los papeles no me da tanto asco. Mi voz en los papeles tiene una caligrafía menos sincera pero más sabia y reposada, más coherente contra los navajazos  que nos procura la amputada vida. Y es que la gente lloramos contra el Dios todopoderoso que nos regala con hormonas de maldad firmeza el vivir. Claro, pienso, reducir a una teoría que supure en los textos todo este dolor no creo que haga falta. Escribir por escribir contra lo que está el estudiante y estoy de acuerdo con él. ‘El está en contra del arte por el arte… y yo no sé porque no estoy en contra de nada. Como voy a estar en contra de nada si la maldita nada es lo que me mantiene vivo. A esa inválida nada es lo que quiero llegar con los textos.

                                                            Sé que “eso”, llegar a la nada, saber que se puede sobrevivir sin Ortega y Gasset o apoderarse de la percepción de que no existe, no descifrar que nuestro pequeño o gran mundo es achatadamente esférico es buscar con palos de ciego la escatología de las cosas. Dos personas con las que he hablado me han puesto en un brete que no sé resolver. No sé si esta escatología es limpia y complicada o sencillamente limpia. Vaya que no sé cómo es el mundo ni qué sensaciones nos presta lo que sé es que no soy un anarquista nostálgico y eso me lleva por el dolor de los escritos a la raíz de la inauguración de las cosas.

No sé cómo es el mundo ni sé cómo es mi mundo. Ni sé tan siquiera cómo pierdo las ideas, los papeles, cómo los rompo. El mundo son unas pieles que no sé cómo acariciar ni excitar. Es una duda que no es razonable para mí, o razonable conmigo por eso intento en los escritos dejar el mundo hecho cosa. Dejarlo claro. Atreverme con él y sus neuronas.

Sé que el decurso de mi historia ha sido un error. Desde mi nacimiento porque no tenía que haber nacido hasta mi matrimonio porque no tenía que haberme casado. Sé que hay gente que a lo que estoy padeciendo le llamará caos. Que estoy padeciendo balbuceos pero la gente no sabe que estos feos balbuceos son mi vida, lo único que se le da a mi vida fea y capada de totalidad. No es sólo que me falte la felicidad, que he conocido y ahora me falta, es que Dios tiene los pies puestos en la praxis y yo sólo piso órganos de los que salen notas desafinadas y palabras que no sé cómo ordenar de una manera que impacten a posibles lectores y a las moscas que me secarán los ojos.

Estas ganas de morirme despreciando el tiempo como lo desprecio ahora y apreciando la buena música como ahora la aprecio es lo que Elena no ha entendido de mí. Elena y yo, por la circulación de estos textos sin fechas puestas seguimos mal que bien siendo amigos. Es la bella llaga a la que iré siempre unido.

Debo determinar, como los agujeros que les haré a Unos cuentos de nada y a los Tres guas qué son las “cosas” “las acciones que me cuesta hacer”. Son un par de huevos fritos con alma de Bach. Las cosas no son temas, no es amar, muerte, envidia, no son cazuelas únicas que acaban en temas con palabras espirituales como terrorismo. No son génesis las cosas. Bajar unas escaleras no lo es, es un gran trabajo. Las cosas ni siquiera son una caricatura del res latino. Las cosas son hacer. Son un HACER las cosas. Antes para mí era muy sencillo hacer las cosas. Lavar. Fregar. Escurar platos. Hasta era muy sencillo saber el antes y el después. Conocer y saber el tiempo era muy sencillo. He visto con el tiempo de lesión que llevo arrastrando que no es sencillo el tiempo ni fácil el hacer.

         Trabajar ya no es importante para mí. Ahora complazco de la mejor manera que sé la hidalguía del ocio nietzscheano. Trabajar es una palabra con orgullo en el diccionario de Marx. Antes, en los años de crisis sin la carrera acabada me llevaba de cabeza esta palabra. Trabajo. Paro. Ahora que sobrevivo con la inutilidad de la pensión y la llamo así porque nos la recetan a los inútiles, a la que agradezco toda la pequeña cosa que soy, y ahora cosa sí que está en su recto sentido, pienso que trabajo tanto o más que antes. Leo como un tigre por los descosidos y sé que pienso aunque no tenga muy claro que exista. Y no pienso balbuceos aunque los escriba quizá y sé que trabajo pensando y creo que definitivamente pensar con las ideas confusas o claras es importante.

Dice el estudiante de filosofía cuyo padre es Adorno y Walter Benjamin y que es relativista práctico que hay que escribir con teoría. Pero para mí TEORÍA no es un concepto manejable sino una estructura complicada y de difícil definición. Este pensamiento de que la teoría no bebe del arte por el arte no fecunda los caminos por los que discurre la escritura. Esta TEORIÁ, que para el estudiante arranca de la queja y debe ser una patada social debe desbordar en los márgenes, en el fondo, en los lados y en los arriba y debajo de la escritura y la lectura. Para él existe una melancolía de la TEORÍA y, personalmente no lo sé, aunque haya pensado mucho en ello, porque en muchas buenas lecturas medievales no la encuentro. Lo que sí sé y no me gusta es que en este siglo que nos ha tocado vivir, un siglo que nos mueve las pestañas que poseemos y se mueven se sabe muy poco de la gran y maravillosa anatomía de anonimato. En este siglo XX se sabe poco olvidar las fechas. Se sabe muy poco, o mejor se desconoce nutrirse del sol de vidrio rojo del olvido.

ESCAPES Y CANSANCIOS POR LA LECTURA.

         El mundo semejante a una sombra de árbol se me vuelve, con este cansancio que tanto me acompaña, a escaparlo. Por la radio escucho música del Renacimiento pero se me confunde con la voz de Nietzsche que desde Más allá del bien y del mal me forma una grandios mezcalera. Me canso lento como una tortuga  y la medicación que me es obligatorio tomar es demasiado dura. ¿Y cómo le explico a una mujer que es más inexistente que Dios?

Algunos malos bichos que nos circulan por este mal mundo que nos vive piensan y piensan mal que con un gran cerebro y una buena voluntad se puede consguir todo. Cuán equivocados estan y cuánta falta hacen los miembros, los brazos, pies piernas y manos.


La  teoría de reconocimiento que usa Todorov en La vida en común pone frasco a todos los escritos que he sudado y que me gustaría que Marina leyera. En ellos he colocado todas las dendritas de dolor que no quiero que mueran perdiéndose en el olvido, no construyendo la persona, no ya para los demás “els altri”, que he querido ser para mi hija. Este ego difícil creado por Descartes con sus res cogitans y res extensa despelleja la autoconciencia de de Lévi-Montalcini y coloca contra una teoría que no existe a la neurología. La neurocirugía es la ciencia que me hace ser como soy y es lo que he querido, en el fondo darle a conocer a mi hija.

Las llagas que le surgen de todas estas convulsiones que sostienen los fanáticos anticoránicos y contragoytisolos y norteamericanos desconocedores de la lluvia de Chomsky se escribirá en una historia que no es la de él, en patrias que él no tiene y en muertos padres suyos que sí lo son y en divorcios que sí padece.

Es muy notable en occidente la capacidad que tenemos de acceder a la información. Toda clase de deportes, cine, libros toda gama de sonoridades, músicas, con pagos o sin él, todas las cornisas emisoras de radio propias y extranjeras pero de ahí a saborearlas con verdadera felicidad creo que estamos lejos.

Francia es una geografía muy distinta de la de mi seco y pobre país del sur. Es una geografía húmeda con agua de solidaridad, república y democracia  muy distinta del cierzo y azote de los pueblos que viven amarados en la comarca de Tudela y La Rioja. Es el país que acogió a mi trabajadora abuela Paca. Y es que los países no tienen nada que ver con los corazones sinceros o falsos de quienes los habitan o recorren y sí con las acciones de las personas presentes o ausentes que lo forjan y lo cuidan. Francia era tan rica cuando yo era chiquito y la comparábamos con “aquí”. Tenía unas carreteras tan bien hechas y puestas… “Aquí” sólo había dictadura.

La gente, la imperfecta información que les rodea y absorbe piensa que la caja barnizada que genera la muerte es perfecta. Los neurocirujanos saben que no es así, que hay demasiados valores y demonios que destrozan el cerebro sin llegar a matarlo, que no hay teorías que los abriguen. La muerte como bien declara Nulland no nos pilla limpiamente y claro que existe el último suspiro pero quizá después de unas luchas interminables contra la fortaleza de la vida. 

La fiesta malbailada de la entraña que vivimos, malestar cultural de Freud, Adler  y sus equivocados seguidores sólo nos la alumbra como humanos por dentro sin adjetivos que lo superlativen una pequeña luciérnaga que da muy poca luz y menos calor. Gran error de Wittgenstein porque siguiendo las huellas de los hombres del siglo XVIII quiere y pretende iluminar la oscuridad que poseemos cuando la Ciencia aún está muy en pañales. Acabamos de comenzar y según los ecologistas ya estamos acabando.



Savater, no juzgo su chaquetera posición política, como los BUENOS, implica una escritura muy distinta de la altura moral en que se quiere situar Maslow y de la superación de la angustia que ejecuta Frankl. Y seguimos cansándonos como perros lectores para llegar a una mísera felicidad que nos da la letra y nos quita novias y seguimos pensando y como dice Gustavo Bueno durmiendo. ¿Cómo se puede construir un estado utópico si debemos fregar los platos. Volveré a la aristocracia de Bryce Echenique porque como Sócrates no puedo formular ninguna tesis. Estoy muy cansado de los metabolismos azules y felices. No tengo mujer que me “haga” la casa y pienso, no sé si equivocadamente, que la filosofía como continuidad del pensamiento griego y por lo tanto occidental y nada místico es un placer. Enlazo con enfermedad todo lo que cae en mis manos : Sádaba, Savater, Zubiri, Bueno, Aranguren, Pániker y Rubert de Ventós. Quiero hacerme niño. Las felicidades de los niños no son místicas y las cumbres literarias con sus mentirosas ficciones interesantes quieren abrazar con lo falso los argumentos de la verdad.
  

Viene despacita con sol sin frío la tarde y la noche de todos los Santos. Una manera de hablar. Octavio, ahora con las lecturas que va poseyendo cada vez se acuerda menos de la técnicas de la filología, de su gramática histórica, stemmas, ciencia y cada vez más con las cómodas e interesantes lecturas de Kant, Hegel, Schoppenhauer Nietzsche y Sartre se olvida de L’Escanyapobres y todos los autores de Ciencia ficción y policiaca novela que él leyó y mintió, y absorbió y escupió y recetó. Y es que todo no puede caber en la cabeza. En este pequeño momento del alma y reposo deHuerto de Cruces apenas se acuerda del magnífico leproso, del fracaso de su autor, de los buenísimos libros que ha leído y de todos los que desgraciadamente quedan por leer. Viva Erasmo y Tomás Moro. A todo no se puede llegar.

Los chamucos de la soledad y las epilepsias indeseadas y antipáticas a diferencia del El Criterio de Balmes o elAriel de Rodó las tiene que sostener aunque no quiera. Tan si com no. No le sueltan y Octavio cree y creo que no le falta razón que le queda poco tiempo de vida. Le nada ae estómago.

Ha leído sobre el destino de los pueblos y el suyo como todos es el de la muerte. Como el de todos, los grandes y pequeños, los tímidos y exagerados, conquistadores y conquistados, sagrados y paganos pero él se siente catalán, su lengua se pierde y sin ella sus “castells”, jotas maialenques y tortosinas y sardanas se quedaran en una especie de folclore sin sustancia. Descanse en paz.

Les lenguas y hasta los dialectos de la tierra que los lingüistas no se ponen de acuerdo en definir  y defender me parecen magníficas divinidades que no hace falta buscar en espiritualismos constreñidores de nuestra libertad de decidir, hacer, buscar. Dioses y Alás opresivos. Son una notable inteligencia estas divinidades, esta extensión y diversidad y evolución de lenguas. Su desprendimiento de la mímesis de la realidad y sus miserias sin alma me parece el invento sin arguumento más potente que la humanidad haya podido conseguir.

Estimo tanto los patois dar patadas contra lo escrito sin pensar, sin trabajar, metaforizados sin sustancia, y estimo tanto la territorialidad… estimo en bien que las cosas sean así, como la misoginia, la drogaadicción, lo débil, lo pobre, lo sin dinero, lo liso como los poemas de Machado. Lucho por encontrar literatura así, bien construida y a menudo pienso que más valdría que releyera todo lo leído.

De los grandes autores de la literatura que Octavio ha leído, y sólo se refiere a uno de los cuatro que ha escogido entre los muchísimos buenos que hay, Góngora Quevedo Cervantes y Calderón sólo Cervantes no se puede plagiar. Se le puede mentar y referir pero nada se puede sacar de él para los futuros artistas. Son tan largos sus brazos de creación y sus músculos tan duros por doblegar, su risa tan constante en el texto y la fuerza que tiene de lamento cuando muere el Quijote que lo único que se puede salvar y decir de él es que será el mejor escritor de todos los tiempos. Incluso cuando dentro de trescientos, cuatrocientos o mil años el castellano haya muerto. Las palabras siempre se ajustan de una manera natural y enorme a los recodos de su idea. Ya lo intentó Avellaneda.

Añora Octavio y lo dice, piensa y sostiene ahora, que hemipléjico por su retumbante aneurisma cerebral clipado en la arteria silviana se encuentra para toda su lesionada vida, por la cantidad de gente inútil de manos que ve en las tabernas, las buenas, precisas y neolíticas de su padre. Tan diferentes y distintas de los rompeventanas, cascateléfonos y jodeluces. Su padre murió un diecisiete de marzo de no sabe ya qué año.

Lavolle no lo conoce, ni sabe quien es porque la vida de los artistas no le interesa a Octavio pero su libro sobre El paria le está conmoviendo por su precisa manera de escribir. Le está dando un vocabulario pasivo que desde dos otros grandes  libros Las manos sucias de Sartre y Le Grand Maulnes no contenía ni recordaba. Siempre se acaban los buenos libros pero nunca se terminan.

Las barbas proféticas y anuunciadoras de caos y resurrecciones sin dientes no las puedo orar ni comulgar con ellas. Son tan fuertes tan duros ejercicios físicos cotidianos que debo hacer para sobrevivir que no me puedo parar a meditar sobre ejercicios espirituales o fútbol. Agradezco que un perdido como Gabriel Miró sea amigo mío para siempre, O todas aquellas cosas que son más importantes que la política.

Necesito ir al mar. No una casa más grande ni publicar. Ver el blanco impintable sobre las olas aunque en la playa haga frío. La gente que me envuelve dice que coja el autobús pero ellos no tienen la invalidez capadora que se pega a mi piel. No a la de ellos. Ellos son firmados sin cabeza, no miran porque se han quedado sin ojos que no sienten pero bajan las escaleras no como pueden sino como deben y con las dos piernas no leen ni a Erasmo ni a Copérnico pero todo lo aconsejan. He leído todo Baroja pero no tengo ganas de coger el autobús. Una señora me ha preguntado que porqué estoy triste. Mudo no he sabido qué contestar.

Detrás de tanta lectura tanta vejez y pensamiento horadado por la repetición y gafas se le está perdiendo a Octavio el brillo de los ojos de vivos de nicotina y`párpados largos que tenía. Está perdiendo la salud sin saberlo y vendrá en este último día de otoño que no suelta lágrimas porque no llueve con brisas de rojas hojas con vientre verde de despeñadero escondido en nervios de melancolía y frío una última respiración.
Unos ojos los suyos ya sin mirada que cada vez ven menos y sienten más la metáforas de los corazones.
Octavio tiene que arreglar con higroma las armónicas que sustentan su soledad y que no controla con manómetros de estiba porque nunca, como Nietzsche se ha puesto a la altura de Dios.

18 de març, 2010

La música y las emociones que transmite (Víctor López)

8. La música y las emociones que transmite son infinitas. Inacabables sus rompimientos de ritmo, sus armonías, contrapuntos, acordes, sus subidas y bajadas de volumen, energía, estado de ánimo, sus instrumentos, sus danzas, óperas, poemas sinfónicos, clavadas de piano. Es tan largo el viaje y tan disciplinado. Las repeticiones.
Siempre se puede encontrar un valor rítmico. Un valor absoluto, sea en el ritmo y sus cambios  o en el timbre o en la concepción de las escalas, mayor, menor, que sirva para extender una melodía, una sonata, una sinfonía.
Con la música que jamás he estudiado porque es un emocional hijo que nunca he podido tener, un traspiés deformado en suicidio, en mi poca capacidad artística no me ocurre como con las letras.
La música y la originalidad que quiero concebir con ella la veo más resuelta y acabada. Los temas y sus notas, gracias al analfabetismo que Octavio tiene, que los sostienen, los ve mejor acabados. Con la literatura le vienen especies de reposos que sólo puede llenar con lecturas. Este espectácuulo de silencio no lo posee la música. La música le recuerda un Dios en el que no cree ni comprende. Wagner contra Nietzsche. Siempre puede llenar con breves notas. Octavio ha leído demasiadísima literatura, ¿y para qué le ha servido? Siempre puede llenar con breves notas, modificar con cánones. Y es que la música, de hecho Octavio cree, aunque sea tópico, como todas las artes, enormemente rica. Es paciente como la capacidad de una sombra. Y aquí Octavio, escribió de Bartok y de Bach que supo supurar y superar con notas absolutas los pequeños trayectos que en este mundo feo construido con mala leche recorremos sin saber aún porqué.

15 de març, 2010

Cipresitos adolescentes (Víctor López)



3. Cipresitos adolescentes. Muertos y vivos vestidos de metáfora. La orquesta. Es fabuloso tener un oído orquestal moderno. Ser capaz de crear el Réquiem de Mozart, los cuartetos de Schubert, la popular intuición de Aaron Copland. Ser capaz de crear con las armonías melodías que corren como trenes sin retretes que los adornen.

11 de març, 2010

Porno (Rocamadour)


En el barrio sur de mi ciudad
La limfobasura se amontona
Huele a porno media Barcelona
La otra media es polvo nuclear.

BIENVENIDOS A LA MANSIÓN PLAYBOY
OCUPEMOS LA MANSIÓN PLAYBOY

En el barrio sur de mi ciudad
Se hablan lenguas de otros continentes
Mientras follen entre sí las gentes
Sigue tú adelante con tu plan.

BIENVENIDOS A LA MANSIÓN PLAYBOY
OCUPEMOS LA MANSIÓN PLAYBOY



POR NO HABLAR DE PORNO AL VAPOR NO ES TU ESTUPOR NORMAL
POR NOSOTRAS QUE NO QUEDE TORPOR POR NOTIFICAR
PEOR NO HABLAR POR NO AMAR A CIEN POR NO PORTAR AUXILIO
POR NO ESTAR CON PORNOSTARS
PORNO A DOMICILIO

El embarazo interminable de la humanidad (Víctor López)




El embarazo interminable de la humanidad, el tronco y la raíz de todos los males que lo sujetan y residen, por lo que repecta a la psiquiatría en el estado anímico que denunció torpemente Freud y su incansable e inadjetivable ranera, no tiene solución, ni feto ni ser
La única que veo desde mis ojos ciegos de NADA es el pesimismo ilustrado y musical. La pausa de la edad y la llufa y aventura de la madurez que sabe contar con precisión y exactitud, que conscientemente buscando un idioma pobre y sencillo de excursiones mentales, halaga el silencio. Silencio para deshacernos de la astronomía de las circunstancias.
La historia ausente de la que a partir de ahora beberá la hermana Antonia. Los muebles no escriben, las sillas no escriben y la hermana Antonia es la que me enseñó a contar ya no escribirá más. La religiosa que me enseñó a contar números ha muerto y nadie contará su historia. A partir de ahora será una historia ausente. Descanse en paz.
Sólo puede estar en la gloria de Dios quien está muerto. Dios no tiene brazos, es un amputado que conserva el estómago y su sentimiento irracional, su pensamiento, su intuición, su sensación y su ego. Su vocabulario de hambre, que quiere poseer a todo el mundo en su seno, es su tensión energética y su misticismo que busca el alma porque sabe que peca y el pecado es una separación del ser… es un marabarista del nihilismoque no busca la superación.
Dios no se marida con las penas de los desheredados. Los absorbe en una furtiva acción porque aunque no tiene brazos posee estómago y tiene hambre. Qué triste es y que feo aspecto tiene y que diferente es cuando pensamos en el cuando estamos en el  lecho de muerte.