04 d’octubre, 2010

Nihilismo de calle (Víctor Lopez)


Una calle distraída sin distritos ni goteras, ni grises palomas que la pueblen junto a caminantes personas que le desgasten el asfalto es una política calle nacida sin griega ciudad y sin nombre. No es ni tan siquiera el lugar donde los buscones cojos y mancos despreciados por la sana sociedad feliz en su ombligo de estulticia puedan comer y alimentarse. Huyen de ellas, de Omelas y los cojos buscan el logos mental en una retroprogresión que no existe. La calle del lugar que no existe, como los mitos del logos, palabras llenas de metafísica y conceptos que nada delimitan.

Su padre había huído pero era un nombre griego y los nombres griegos con habitud no tienen buenas tardes ni categóricos imperativos que sirvan como maderas salvadoras de náufragos Marios de la cotidianeidad. Ella huía con Mahabharata y trabajadas de sollozos notas de violín. Empezaba a entender a su engendrador padre.

Las personas debemos huir y no hacer caso a los psicólogos tocados por la venenosa droga de la ciencia. Recluirnos en nuestro sabio silencio y lastrar el equilibrio inestable que provoca la fuerza. Esta huída se constata en el Vago de Baroja  pero no en el Escribiente. El Escribiente de Borges, le ha agradado su lectura es el pesimismo de la historia, la huída que todos debemos hacer  por uno de los dos caminos posibles, la racionalidad del idealismo o la locura del realismo, pero no por el camino del medio que no existe y además es inerte. ¿Una inexistencia inerte, hay mayor inutilidad?

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