10 d’octubre, 2010

Rifkin i Drucker: el fin del trabajo


La reestructuración de los sistemas productivos y la permanente susti-tución de seres humanos por máquinas han empezado a cobrarse trágicamente la vida de millones de trabajadores. En la cuarta parte, «El precio del pro-greso» , repasaremos en profundidad cómo la tercera revolución industrial afecta a la fuerza de trabajo global. Las tecnologías de la información y las comunicaciones y las fuerzas del mercado están rápidamente polarizando la población mundial en dos frentes irreconciliables y potencialmente contra-rios: una nueva élite cosmopolita de «analistas simbólicos» que controla las tecnologías y las fuerzas de producción y el creciente grupo de trabaja-dores despedidos, con poca esperanza y menores perspectivas de encontrar trabajos significativos en la nueva economía global basada en las altas tec-nologías.

UN MUNDO SIN TRABAJADORES Cuando la primera ola de automatización afectó a los sectores indus-triales a finales de los años 50 y principios de los 60, los líderes sindicales, los activistas de los derechos civiles y un amplio espectro de críticos socia-les dieron rápidamente la voz de alarma. Sus inquietudes, sin embargo, eran poco compartidas por los líderes empresariales, en una época en que se con-tinuaba creyendo que los incrementos en la productividad causados por las nuevas tecnologías de la automatización tan sólo incrementarían el creci-miento económico y promoverían un aumento del empleo y del poder ad-quisitivo. En la actualidad, sin embargo, un pequeño pero cada vez mayor número de ejecutivos de empresa están empezando a preocuparse por los derroteros que toma la nueva revolución tecnológica. Percy Barnevik es el consejero delegado de Asea Brown Boveri, una empresa de capital conjunto sueco y suizo, con una facturación anual de 29-000 millones de dólares, fabricante de generadores eléctricos y de sistemas de transporte, y una de las mayores empresas de ingeniería del mundo. Al igual que ocurre con otras empresas de ámbito mundial, ABB ha iniciado recientemente un pro-ceso de reingeniería de sus operaciones, recortando cerca de 50.000 traba-jadores de su plantilla e incrementando sus beneficios en un 60% en el mismo periodo. Barnevik se pregunta: «¿Adonde irán a parar todos estos empleados?». Él mismo predice que la proporción de masa laboral europea empleada en el sector industrial y en el sector de servicios se reducirá del 35 % actual a un 25 % dentro de diez años, con una posterior reducción de hasta el 15 % al cabo de un periodo de veinte años.

Peter Drucker, cuyos libros recientes han facilitado la interpretación y la comprensión de las realidades económicas, dice, de forma contundente, que «la desaparición del trabajo como factor clave de producción» se transformará en «el proceso inacabado de la sociedad capitalista».

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