07 de març, 2011

Fantasmas sin nombre (Víctor López, "Unos cuentos de nada")



1
Hay dolobres personas malas que sórdidas salidas de la cárcel del océano de la nada y sin oficio se agregan a tu ser como jaretas y ocupan tu existencia como cabrunos sauces que insuflan su vacío aliento a la vida. Hasta hace poco creía que estos seres los impulsaban filmes y las carreteras de pesadillas de malvivir y peor pensar pero no, son ciertos y existen y él tiene uno a su lado. Lo recogió en la calle sin asfalto de educación pensando que algo le ayudaría en el canso cotidiano de la vida.
Los primeros días  por su parte fuero ocarinas y búsqueda de apego y afecto y lo recogió por una luz nevada de debilidad de carácter abierto suyo y por un sencillo enchufe que le arregló. Los demás siempre saben más que tu, compran más baratas las inútiles cosas que para nada sirven  y te aconsejan de qué piel está impregnada la vida. Ese ser es una falsedad de ojos humedecidos con una sombra de sarteneja. La fuente de los engaños. Le regaló un hermoso techo limpio sin pintar de verde y sin goteras de agua y mala leche y él creía que aunque no fuera dinero algo le daría que saliera de su corazón aunque sólo fuera cariño o compañía y se acaba de llevar la licuadora que tanto le costó comprar y conseguir, y le dio a leer El vago de Pío Baroja pensando que en su fracaso y problema él se vería reflejado y podría ser su solución.
No fue así, los libros no sirven para nada porque su corazón sigue vacío y sin aliento. Le chillaba muchas noches hablándole de su pueblo de León y del finiquito de la minería, de la filosofía de las monedas que no ha inventado él y de las que él no tiene culpa y de dinero le hablaba a él que sólo tenía un techo pintadito de verde en un piso pequeñito y alquilado. Como si fuera él el instigador de los martirios de de la ecología económica y siempre con una sonrisa fría de dama de dientes negros con pétalos rotos.
Sí, un día vino con los dos ojos hinchados, le dijo el señor Amable, el camarero del bar donde él y Jesús se conocieron, y dice Amable que Jesús nunca tiene dinero ni vergüenza con la que aguantar su vacío ser y sus retorcidos pensamientos aunque el señor Amable sabe que Jesús cobra del bar donde trabaja su vacío y frío aliento y sus agujereados bolsillos. Hace dos semanas que ha cobrado pero el piso alquilado que comparten, con su techo sin pintar y sin goteras y la factura del gas no han visto ninguna ayuda.
A veces oye el ascensor que es su patria porque es cojo y se siente como un frasco de desechos y una verdad sin la cual no podría vivir, en su planta, y escucha unos minutos de silencio para ver si le oye y el ascensor baja y no vuelve hasta que su compañero escucha con lebrel oído, que el cojo está en la vigilia del sueño, y que entrará en su techo sin pintar y sin goteras y sin pagar, porque Jesús no paga nada, y sin discusiones y que cenará con pan que se ha procurado en el restaurante que trabaja mientras él ayuna cucarachas de agua y él no recoge las migas de pan esparcidas por el suelo.
Duerme Jesús en la habitación echado sobre un colchón sin somier. Y le ha dicho: ¿Cómo puedes dormir así?. Yo vivo en cualquier lado y de cualquier manera le ha contestado. Gasta su luz y su agua y su gas y ni un duro ve él de tal gasto que le ayude a soportar las rutinas mensuales de esos gastos y ahora se va a hablar con putas por no verlo en el sofá vestido de paro y ayudando en el bar como puede para cerrar sus deudas, y de conversación vacía y de finiquito de la minería.
Jesús no compra nada, ni comida, ni papel de váter, ni somier, ni cama para reposar los minutos de intimidad que deben tener las personas. Los primeros días dormía en un saco puede que porque duerma en cualquier sitio. Tan trabajador que es y tan listo y no hay trabajo que le dure más de dos días. El señor Amable dice que es por las drogas pero deben ser las drogas de la maldad porque él no le ha conocido otras drogas.
Le presentó, a Jesús, hace pocos días una chica yonqui, una de las fulanas con las que él se trata y le dijo, que esa chiquita vendría a dormir con él y que no habría habitación para las tres camisas que iban a vivir ahí y que por favor se fuera.
Hacía una semana que se lo había dicho pues no tuvo valentía de pagarle y estando delante de ella le pegó una bronquitis de palabras gritadas y de espacio como si él, que era el que había alquilado el piso, fuera la culpa de su anarquía nostálgica y sin ritmo y es que no me das tiempo a marchar le dijo. Se ha quedado poco a poco sin dinero entre las putas y él. ¿No has visto que el hermano no le da trabajo? Dice el señor Amable. Habló con Beltranillo, el cuñado de Jesús y que también vivió con él y le dio cancela y troje. Échalo. Pero si no puedo. Ha estado pensando en cambiarse de piso pero di un fajón por ese detrito de alquiler sin pintar. Beltranillo le dio la solución al viejo problema, por la bragota de su alma salen adulterios de envidia y de silencio que no sabes como tocar en música y Jesús es de la beligerante casta que que echa galápagos por la boca, de si son las cosas o las personas las que tienen la maldad. No sabe qué decía Rousseau pero son las personas.
Aún lo tiene en casa. Se trae chorizo de una de las innumerables hermanas que tiene y le deja el suelo lleno de migas de pan que un deshecho físico y pensionista como él debe recoger. Moverse apenas puede y ha pensado por primera vez en la vida en el asesinato. Nunca había pensado en él. No le importa responder al viejo problema pero la maldad existe porque existen las personas.

2
Ahora ha cogido, Jesús, hace un par de meses una habitación, pero su ropa y sus bolsos siguen aún en su casa sin pintar de verde y sin cómodos muebles. Él le dijo que porqué no se hacía ocupa y sus respuestas lo vuelven negro y no puede almacenar con falárica limpieza de orden y recoger la ropa hasta que no termine la habitaciónporque ha llenado de su aliento el único mueble que tiene el techo que alquiló. Un piso tan pequeñito como el de él y con tanta maldad y lesión dentro y sufriendo su alquilado piso por su habitación que aún no está vestida de muebles y pintada
Beltranillo tuvo la enorme valentía de vivir ocho meses con Jesús. Él ya lleva seis meses con él. Es malo Vicente, muy malo le ha dicho. Échalo. Esa persona no es persona es mi cuñado pero es un animal de sangrías. Y cada día Vicente ve las migas y las colillas de tabaco por el suelo y su somier incómodo de espuma por hacer y que por su lesión no puede hacer. 
Y se le meten por la cabeza las palabras de Beltranillo. Un día aparecerá “colgao” de un árbol y alguno de sus amigos le habrá procurado venganza que es la única justicia dulce y auténtica que se puede tener por él pero el árbol no aparece y él sigue con la ropa sucia suya aquí en medioy el ombligo de sus oídos no escucha lo que dice Vicente.
No le da nada pero aunque le diera algo, no lo querría, manchado de lágrimas de otras personas a las que engatusa.



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